sábado, 8 de noviembre de 2008

PICADA


Espera un momento,
Caracola sobreviviente; destilante fetidez a insomnio anciano.
Disfruta este instante en que la distracción me sacude,
Como vela abatida por la tormenta infinita,
No hay suficiente luz en las cuencas de una mirada que se olvida,
Y si se olvida, ¿cómo es que ahora la recuerdo?
No pretendo desquiciar tu pulular de ave carnívora,
-Y el desquicio se dio, como la lluvia-
Calcinar ese infame desvelo que produce tu distancia diminuta,
Longitud embaulada de piedras pálidas.
Espera un momento,
Luciérnaga de amor antiguo y perlada presencia de los días,
Llego tu resuello de inválida frescura a mi oído inerte
Como pasto de la llanura mecido a voluntad de un viento en marmolina gris,
Intuye cuanto quiero de ti,
Calcula cuanto dejo de ti,
En una sonrisa que apenas pregunta qué hora es…
Aquí cambio, aquí soy cadena en cadencia decadente,
Aquí sufro el astio de tu asomo espía,
Pensamiento extraviado que varía razones de pulso indígena,
Y mis trazos incalculos sobre esta realidad súbita.
Espera un momento,
Estrella en suspensión,
Alma ascendente de perro callejero,
-Aullido pasmado-
Saturado ambiente de desespero…
Espera un momento,
No zarparas de mi ventana,
Ni rosaras el ramillete que curioso apunta tu esfinge,
No te dejaras caer,
Mantenme en esperanza punzante
Hasta que acaba estas líneas,
Luciérnaga,
Luz de reencarne habitual.
Cada vez que te deseo no hay luna,
No hay letras,
Se acaba el sueño.
Catástrofe aérea,
Sancudo en el piso,
Un maldito menos que se sirva de mi sangre…
Calientita,
Vino tinta.
Puedes ahora partir,
A enmudecer por completo los labios
De la fuente donde duermen los pétalos de ayer.
Quieres gritar, quieres gritar,
Grita…
Revienta tu aliento,
Y regresa a las tinieblas en silencios de ciudad…
Tal vez ponga una vela entre tus cuencas vacías.

Miguel Coronel.